Yo era como una luna -una luna cuyo planeta había sido destruido, igual que en algún guión de una película de catástrofes- que, sin embargo, había ignorado las leyes de la gravedad para seguir orbitando alrededor del espacio vacío que había quedado tras el desastre.
No me fijaba en los días transcurridos -no había motivo alguno para que lo hiciera-, sino que intentaba vivir el presente al máximo, sin olvidar el pasado ni dificultar la llegada del futuro.