Estábamos los dos mirando el mar cuando la tarde moría, como moría lo nuestro; juro que no lo sabía. Miré para mi derecha, vi que desaparecías. Grité con todas mis fuerzas y noté que no me oías. Me quedé toda la noche en la arena, intenté que algo valiera la pena. ¿Por qué habría de creerte? Hubiera dado la vida y mucho más por solo volver a verte. No podría darme el lujo de ceder ante tu llanto. No pienso abrir las heridas de haberte querido tanto. Escuché pero deje que se fuera. Recordé todo lo libre que era. No puedo conseguir, cambiar, ni corregir lo que me corre en las venas. Corazón, hoy no dejes de latir. Te alejaste un día, ahora decidiste venir.